“Se ha detectado un fenómeno de enorme apego. La dependencia mutua se acrecentó como nunca antes”, indica Diana Hunsche, licenciada en Psicología.
El vínculo con las mascotas se ha intensificado enormemente en las últimas décadas. Se multiplicaron las clínicas y farmacias. Existen médicos veterinarios tradicionales y también aquellos con una formación alternativa para sanar a sus pacientes, como por ejemplo, los que tienen un enfoque antroposófico. Surgieron muchos negocios y supermercados que ofrecen accesorios, juguetes y todo tipo de alimentos balanceados. Los videos relacionados con animales se viralizan con mayor rapidez porque generan mucha curiosidad y ternura tanto en niños como en adultos. Las redes y los medios son utilizados también para denunciar a personas que maltratan a sus animales.
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Los zoológicos plantean nuevos formatos en los que existe una política proteccionista y una exhibición de las especies sin encerrarlas. Muchas personas se dedican activamente a defender los derechos de los animales y a combatir las diversas formas de crueldad hacia ellos. Aumentaron las acciones individuales como institucionales, a través de las ONG, para rescatar gatos y perros abandonados. El vegetarianismo y el veganismo son filosofías que se han expandido muchísimo y que no solo proponen la abstención de los productos de origen animal en la alimentación, sino también en la vestimenta, cosméticos, experimentación y medicamentos.
La conciencia ecológica creciente también modificó la relación que tenemos con los animales que viven con nosotros, sobre todo entre quienes habitamos en ciudades. Las mascotas se integran a nuestra vida como un miembro más en la familia.
Existen historias asombrosas y conmovedoras de la convivencia entre humanos y animales que también son recreadas en documentales y películas. Inclusive resulta asombrosa la relación entre mascotas de diferentes especies, algunas de las cuales supuestamente se llevan mal entre sí, como los perros y los gatos.
Todas estas transformaciones también repercutieron en el consultorio psicológico. El tema de los animales adquirió una relevancia igual a la de cualquier otro de los que suelen tratarse. Por eso los analistas, además de recordar los nombres de los parientes de sus pacientes, debemos memorizar los nombres de las mascotas, que siempre aparecen en el discurso. Un fenómeno que se ha puesto de moda es designarlas con nombres humanos (Olga, Roberto, Ramón, Berta, etc.).
¿Y cuáles son los fenómenos relacionados con mascotas que se desarrollan en las sesiones? Los mismos que surgen en la relación entre seres humanos: la preocupación por el estado de salud o por cambios en su conducta, la responsabilidad compartida respecto de la administración de remedios, el aumento o la pérdida súbita de peso de la mascota, su reacción ante el nacimiento de un bebé o la llegada de un familiar que visita temporariamente a la familia.
Cuando es necesario hacerle una cirugía, el discurso del paciente se desarrolla como si se tratara de la operación de una persona. Las vacaciones son otro tema álgido: no es fácil encontrar a un pariente que se haga cargo de los animales y generalmente se busca una pensión cuyo personal reportará por WhatsApp periódicamente si todo se encuentra en orden.
Hay muchas familias que prefieren no viajar con tal de no dejar solos a sus animales, y otras que se llevan a sus mascotas consigo. A veces ocurre que los animales cumplen el rol de hijos y obstaculizan la llegada de estos. Otras veces, son el puente que posibilita llegar a la maternidad y/o a la paternidad.
Ante un divorcio, suele presentarse el conflicto de quién se quedará con la “custodia” de la mascota. Cuando no queda más remedio que entregar en adopción a una mascota por mudanza, falta de espacio o por problemas económicos, las personas lo viven con mucho dolor, como si estuvieran traicionando al animal.
Cuando los hijos crecen a la par de las mascotas, se genera entre ellos un lazo de extrema confianza mutua. Para las personas mayores, sobre todo cuando viven solas, la presencia de un animalito es una gran compañía. En cuadros psicopatológicos graves, como por ejemplo la depresión, se ha demostrado que la influencia de los animales resulta enormemente beneficiosa. De hecho se comprobó que la equinoterapia es muy buena para los niños autistas.
Hay una foto del consultorio de Freud en la que aparece un pequeño perro blanco. Eso me animó a atender, ya antes de la pandemia, con mi Beagle a mi lado. Su presencia casi siempre ayuda a romper el hielo y se convierte en el primer tema de conversación en un tratamiento que recién empieza. Mi perro es un personaje más dentro del ámbito terapéutico.
Entre mis pacientes tuve y tengo muchos que se dedican a rescatar animales heridos o abandonados, aquí y en otros países. Me ha ocurrido, varias veces, que llegan pacientes a la sesión con un animalito que acaban de rescatar en la calle y piden entrar con él al consultorio. En otras ocasiones, lo traen porque luego de terapia, lo llevarán al veterinario. Es así como he tenido gatos, perros, palomas y tortugas en mi consultorio.
Durante la cuarentena se ha detectado un fenómeno de enorme apego. La dependencia mutua se acrecentó como nunca antes. Por eso, cuando lo que sentimos por los animales con los que convivimos es profundo, no debemos avergonzarnos ni tratar de disimular nuestras reacciones. No es exageración. Los vínculos con las mascotas son tan genuinos y sólidos como aquellos que entablamos con humanos, a veces incluso más.
*Diana Hunsche es psicóloga especialista en Psicogenealogía, psicoprofilaxis quirúrgica y en duelos (MN10.544 MP93.220)
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Artículo original: https://viapais.com.ar/rumbos/como-cambiaron-los-vinculos-con-las-mascotas-en-cuarentena/?fbclid=IwAR1MGVXTkVsm9YwTZ1Totye_NiTmmG8gE8BxLvrp4a1GPescObsLwZPy24s