Historias de mujeres que en algún momento exploraron su deseo de elegir, o no, la maternidad
Amanda, cuya madre siempre le hablaba sobre lo traumático que era el parto, creció con miedo al embarazo y a todo lo que tuviera que ver con la maternidad. Después de separarse de su marido y dedicarse de lleno a su profesión, conoció al hombre que se convirtió en el amor de su vida y decidió ser madre a los cincuenta.
Él tampoco tenía hijos. En las sesiones de terapia surgió la convicción de que ella lograría disfrutar de la experiencia del parto. Con los debidos cuidados obstétricos, dio a luz con felicidad a su primer y único hijo varón.
En el caso de Florencia, ella tenía dos hijas con su marido, del que, después de algunos años de un matrimonio conflictivo, se había separado. Creyó que permanecería soltera. Hizo terapia para elaborar la culpa que le había surgido por “romper” la familia, pero descubrió que, en realidad, la familia ya estaba rota desde mucho antes.
Recordaba que la única vez que se había enamorado profundamente había sido durante su adolescencia, cuando conoció a su primer novio. Mientras hacía su duelo por el divorcio, se encontró con él en forma casual. La química entre ambos se reactivó… Y siguen juntos desde entonces. Tuvieron un hijo cuando Florencia tenía 46 años y él paternó a las hijas de ella como si fuesen propias.
El tercer caso es el de Emilia, cuya hermana falleció al dar a luz a su primer hijo. Tanto Emilia como su marido querían tener un bebé, pero ella no lograba quedar embarazada. Mediante la terapia descubrió que tenía miedo al parto, debido a la experiencia sufrida por su hermana, y por eso decidió que, en vez de tener hijos biológicos, los adoptaría.
Finalmente, ella y su esposo adoptaron a un nene de dos años y, poco después, a una bebé recién nacida. Meses más tarde, les avisaron que había nacido una hermanita del nene y también la adoptaron. “No puedo separar a los hermanos”, dijo Emilia en terapia, así que, en el lapso de un año, llegó a festejar el Día de la Madre con tres hijos.
Guadalupe, la cuarta paciente a la que me voy a referir, decidió no tener hijos porque está muy enfocada en su carrera profesional. Muchas veces tiene que enfrentar la pregunta “¿por qué no tuviste hijos?”, formulada a veces como reproche y otras veces con lástima. Ella se encarga de aclarar que está conforme con su decisión. Estas preguntas tan invasivas eran muy comunes en otras épocas y afectan la autoestima, y la intimidad, de quienes son cuestionadas. Por fortuna, la sociedad está reflexionando sobre esto, y se encienden las alertas cuando esto aún ocurre.
Gabriela está casada con Fernando y ambos perdieron a un bebé, Ramiro, antes del primer mes de vida. Ella fue a terapia para elaborar ese duelo. El obstetra les había aconsejado, por un problema ginecológico de Gabriela, que recurrieran a la fertilización in vitro en caso de querer tener otro hijo. Desde hace un tiempo están en tratamiento para lograr un nuevo embarazo.
Carolina tiene tres hijos grandes que ya se independizaron, pero aún tiene deseos de ser madre. Por eso, recibe en su casa a niños y niñas que necesitan un hogar de tránsito. Tiene pareja pero, como él no quiere participar de esta crianza, viven en casas separadas.
Fabiana se quedó embarazada luego de un encuentro casual con un hombre con quien no estaba en pareja, pero decidió llevar adelante el embarazo, sola, porque sentía el deseo de maternar y, además, porque había llegado a una edad en la que las posibilidades de quedar embarazada empezaban a reducirse.
El último caso que quiero contar es el de Erika, una paciente de 82 años que emigró de Hungría siendo niña y que tuvo una vida plena y feliz sin haber tenido hijos. Intervino en la crianza de los de su segundo marido, pero sin crear un vínculo maternal con ellos, ya que dejó de verlos cuando se separó. Decidió no ser madre, y hoy no se arrepiente de su decisión.
Todos los casos relatados (y muchos más que no hemos señalado) nos muestran que la historia de cada mujer es única y, por lo tanto, también lo es el lugar en que se sitúa con respecto a la maternidad, ya sea de hijos propios, adoptados o ajenos, como también el derecho de no maternar. La conexión de cada mujer con lo que ella siente debe respetarse en primer lugar, así como su acceso a la información necesaria para vehiculizar y concretar su deseo.
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Artículo Original: https://www.lavanguardia.com/vivo/psicologia/20220529/8301516/7-historias-relacionadas-maternidad-contadas-psicologa-pmv.html