Dados los tiempos que corren cada vez es más imperante considerar la salud mental como algo básico y fundamental para cada persona y la sociedad en la que está inserta. Por ese motivo es que desde hace varios años no sólo se conmemora un «día» destinado a ese fin, sino también un «mes» dedicado a acercar conceptos sobre este tema. Diana Hunsche, psicóloga, investigadora, autora del libro «A terapia ¿yo?», respondió sobre las principales patologías mentales que preocupan a la sociedad en la actualidad y los efectos ocasionados por la pandemia. Hunsche ha trabajado con el doctor René Favaloro en el Sanatorio Güemes, y si bien su punto de partida fue el psicoanálisis, su formación es ecléctica ya que ha incursionado en otras escuelas. Se especializó en Psicogenealogía y dirige la revista online «PsicoHerencias» en la que colaboran eminencias internacionales. En esta nota responde a inquietudes que han surgido en esta época de tantos cambios y vaivenes.
-¿Cuáles son las enfermedades mentales más frecuentes de este siglo?
Los trastornos de ansiedad, los diferentes tipos de fobias, los ataques de pánico, la depresión muchas veces a causa de duelos no elaborados, los trastornos psíquicos asociados a la alimentación como, por ejemplo, la anorexia y la bulimia, las dificultades en el aprendizaje, la dependencia de la ingesta de sustancias como el alcoholismo y la drogadicción, la adicción al trabajo -workaholics-, la ciberdependencia -a los videojuegos, entre otros-, los problemas vinculares y los trastornos obsesivos compulsivos.
– ¿Qué ocasiona tantas patologías de este tipo?
No se puede generalizar: en cada caso el trastorno psíquico se configura de manera diferente respondiendo a las características de cada sujeto, su historia y su entorno. En este proceso intervienen factores congénitos, situaciones dolorosas vividas en la infancia y sucesos traumáticos que desencadenan la dolencia. En los últimos años la Psicogenealogía hizo enormes aportes demostrando que lo que vivieron nuestros ancestros también contribuye en nuestra vida cotidiana.La terapia es la que nos ayuda, precisamente, a detectar y abordar todos estos aspectos para llevar al paciente a la cura.
– ¿Afectan más a un género que a otro?
Estos trastornos afectan a ambos géneros por igual. Puede suceder que las mujeres, por un tema cultural, nos demos permiso para conectarnos con nuestros sentimientos, lo cual nos habilita a pedir ayuda. El hombre, en cambio, está educado para «mostrarse fuerte» y es por eso que no se autoriza a mostrar su dolor confundiéndolo con debilidad, cosa que es errónea.
– ¿Cuáles son las señales de alerta para pedir ayuda psicológica?
Existen muchísimas señales de alerta que detallo en mi reciente libro «A terapia ¿yo?», publicado por la Editorial del Nuevo Extremo, basándome en mi experiencia profesional. La angustia, la «rumiación» mental, el stress, los miedos, una baja autoestima, la imposibilidad de afrontar una situación concreta como rendir un examen, o de ponerse en contacto con un objeto específico. Hay vivencias que piden ser tramitadas a nivel psicológico como por ejemplo situaciones de abuso de todo tipo, una pérdida no elaborada, abortos, una quiebra, una injusticia, una enfermedad física, una catástrofe ambiental, una situación de violencia, etc.
– ¿Hay mecanismos o técnicas que permitan salvar la situación mientras se realiza un tratamiento?
El tratamiento, desde su comienzo, es un abordaje que te permite visibilizar, afrontar y elaborar situaciones buscando una solución eficaz. La terapia te brinda herramientas para solucionar problemas concretos, los cuales, una vez disueltos, libera mucha energía para direccionar hacia nuevas metas. La terapia ayuda a tomar conciencia de los problemas que nos aquejan y a buscar una solución eficaz. En ese sentido es un acelerador de procesos.
– ¿Cuánto incidió la pandemia en estas enfermedades? ¿Cuáles son las heridas que dejó en la población?
La pandemia es una situación límite al igual que la guerra: nos conecta a diario con nuestros límites, con la finitud de nuestras vidas, el desconocimiento y con la fragilidad humana. Es por eso que aparecen también actitudes heroicas de solidaridad y grandes proezas científicas. En cuanto a lo psicológico, la pandemia potenció todo lo que se venía dando anteriormente y esto incluye tanto lo malo como lo bueno. Muchas parejas se separaron porque tenían problemas previos no resueltos y otras, en cambio, que estaban bien pero indecisas, se lanzaron a una nueva etapa, como por ejemplo, se animaron a empezar una convivencia. La pandemia provocó mucho dolor por la pérdida de seres queridos: por eso el duelo se convirtió en uno de los motivos de consulta más frecuentes. La imposibilidad de despedirlos fue muy traumático, lo convirtió en un duelo «incierto» porque no hubo un ritual que nos permitiera inscribir psíquicamente esa muerte. En esos casos aconsejo hacer, cuando se pueda y como se pueda, una ceremonia para registrar la partida del ser fallecido. Más allá de haber tenido una muerte cercana -por Covid o por otra enfermedad-, todos hemos perdido cosas, costumbres relacionadas con la vida cotidiana. Por eso hablo de «duelo ampliado». Todos hemos tenido que adaptarnos y aprender muchos hábitos y conceptos nuevos. Apareció el miedo a contagiarnos, el miedo a contagiar, el miedo a la internación, el miedo a las secuelas del Covid. Apareció también la culpar por sobrevivir a los seres amados que partieron. Surgió también una sensación de incertidumbre y temor al futuro basado en la pérdida del trabajo o de la fuente de ingresos. La pandemia castigó severamente a muchas actividades. Y en aquellas personas que pudieron re inventarse o que, por algún motivo, se vieron favorecidas, también apareció un cierto pudor a admitirlo que, a mi ver, proviene del respeto hacia el dolor ajeno. Por último, todos hemos hecho, en forma consciente o inconsciente, un balance sobre lo que es importante en nuestra vida y lo que no.
– Los jóvenes, ¿presentan este tipo de enfermedades? ¿En qué medida?
Para los jóvenes la pandemia ha sido extremadamente difícil de sobrellevar, especialmente para aquellos que nunca sufrieron una situación límite previa. En todos estos meses seguí atendiendo online y descubrí que los pacientes -de todas las edades-, que no se paralizaron y que generaron respuestas positivas eran aquellos que ya habían sufrido y elaborado un profundo dolor en el pasado. ¿Por qué? Porque la persona que ya vivió una situación límite, sabe que la vida puede cambiar de un minuto a otro, que todo es una rueda donde, la persona que se encuentra abajo puede, de la noche a la mañana, pasar a estar arriba y viceversa; ya aprendió que no hay nada seguro en esta vida. Ese saber es muy importante y la primera vez que nos impacta, nos obliga también a buscar nuestras propias herramientas ante la adversidad. Un adolescente que sufrió una orfandad temprana ya sabe lo vulnerable que somos los seres humanos. La pandemia activó esas defensas ya aprendidas en aquellas personas que tienen ese saber y obligó a las demás a ponerse en contacto por primera vez con ese saber para generar su propia «caja» de herramientas. ¿Cuáles son esas herramientas? La paciencia, la fuerza de voluntad, la autodisciplina, la empatía, por nombrar algunas. Creo que los que egresaron en el 2020 y aquellos que se recibirán este fin de año, la pasaron peor que los demás: el último año de la secundaria es generalmente un año más relajado, en el que los alumnos organizan fiestas y realizan su tradicional viaje. El hecho de haber tenido que suspenderlo todo fue muy traumático para ellos y también para los padres.
El mes D
En 1995 la Federación Mundial para la Salud Mental y la Organización Mundial de la Salud instituyeron el 10 de octubre como el «Día Mundial de la Salud Mental» con el propósito de contribuir a la toma de conciencia acerca de estos problemas y también de erradicar los mitos y estigmas en torno a este tema. La OMS concentra las prioridades en enfermedades mentales que ocasionan un severo sufrimiento, como el alcoholismo y la enfermedad de Alzheimer, entre otros. Luego, cada país celebra el «Día del Psicólogo» en una fecha diferente del año. En Argentina el «Día del Psicólogo» se celebra el 13 de octubre en honor al Primer Encuentro Nacional de Psicólogos y estudiantes de Psicología. Esta reunión se realizó del 11 al 13 de octubre de 1974 en la ciudad de Córdoba. Por ambas cosas se trata de acercar mensajes durante todo el mes para tomar conciencia de la importancia de la salud mental.
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Artículo original: https://www.diariodecuyo.com.ar/suplementos/Contencion-en-tiempo-dificiles-20211023-0052.html?fbclid=IwAR3qDAYwY-sjoF36V-oJ1muTUE9aRZCJLAUD7tCPlZFHi4sK-xlht07jEVk