La palabra fue uno de los ejes importantes de mi vida: soy hija de un escritor e investigador y crecí en una familia políglota. Siempre me interesó no solamente lo que el lenguaje revela, sino también lo que oculta. Por eso me gusta escuchar a la gente y en eso se basa mi vocación.
La primera vez que escuché activamente a alguien con una intención analítica, fue cuando tenía alrededor de once años mientras una amiga me describía sus sueños. Fue una vivencia fundante que continuaba, como si se tratara de “sesiones”, cada vez que podíamos juntarnos a conversar. Sin saberlo, me había instalado en el lugar de analista.
Advertí que quería estudiar Psicología en las clases cuarto año en la Escuela Escocesa San Andrés, donde cursé mis estudios desde segundo grado hasta recibirme de bachiller bilingüe. Luego ingresé en la Universidad del Salvador y, para poder financiar mis estudios, trabajé como secretaria ejecutiva en la Fundación San Telmo hasta recibirme de Licenciada en Psicología con diploma de honor.
Desde entonces asistí a grupos de estudio, congresos, cursos y jornadas para actualizarme. Me analizo, en forma intermitente, desde los 19 años. Mi formación es ecléctica, porque si bien el Psicoanálisis fue mi punto de partida, también he incursionado en otras escuelas, como por ejemplo la terapia sistémica y terapias breves, y, últimamente, en la Psicogenealogía.
Mi recorrido como psicóloga se desarrolló tanto en consultorios particulares como en hospitales públicos y privados, y también en obras sociales. He tenido además el honor de que me recomienden como profesional en embajadas, como la de Alemania y la de los Estados Unidos.
Cada lengua es una música en sí misma, por eso disfruto mucho atendiendo en diferentes idiomas (castellano, alemán, inglés y portugués). Esto me brinda la posibilidad de asistir a extranjeros provenientes de culturas muy diversas que se han instalado aquí en forma temporaria o definitiva. En muchos casos uso dos o tres idiomas con la misma persona. También atiendo por Skype a pacientes que viven en cualquier lugar de nuestro país o del mundo.
Día a día confirmo que esta es mi vocación: me encanta atender a todos mis pacientes, acompañarlos en los distintos tramos de sus vidas y ser testigo de sus avances. Quiero agradecer a cada uno por la confianza que depositan en mí al darme el privilegio de escucharlos. Cada palabra de ellos me convirtió en lo que soy.