¿Te preguntaste alguna vez qué significa tu nombre y por qué lo eligieron tus familiares?
¿Tenés miedo de que algún problema de salud frecuente en tu familia se repita en vos?
¿Hay “ovejas negras” en tu familia?
La psicogenealogía se ocupa, como ya hemos mencionado (ver Investigar nuestro árbol genealógico 1), de estudiar las relaciones vinculares visibles entre los miembros de una familia. Pero además, analiza todos los hechos silenciados y secretos que suelen reaparecer, como dándole a la familia la oportunidad de sanar en ese aspecto. En efecto, todo aquello que quedó sin tramitar va migrando de una generación a otra, hasta que se resuelve. Por ejemplo, una adopción silenciada puede reaparecer en una generación posterior bajo la forma de un hijo no reconocido. En ambos casos se trata de situaciones de ocultamiento relacionadas con la paternidad: esconder al hijo adoptado en el primer caso, esconder al hijo ilegítimo en el segundo.
También se estudia la existencia de “ovejas negras”, que delatan problemáticas que atraviesan a toda la familia. En algunos casos su presencia es bienvenida, pues contribuyen a la evolución del clan. Por ejemplo, en una familia de abogados, cuyo esquema rígido consiste en que todas las generaciones se dediquen a la misma profesión por mandato paterno, surge un integrante que decide estudiar teatro. En este gesto de rebeldía habilita la posibilidad de romper con ese esquema de la “profesión heredada”, para que las generaciones siguientes puedan elegir con libertad. En otros casos, las “ovejas negras” pueden constituir ejemplos exactos de lo que no se debe hacer: actos de delincuencia o corrupción, estafas, etcétera. Tanto de manera positiva como negativa, las ovejas negras cumplen en la familia una función ejemplificadora.
Hay familias que, a lo largo de su evolución, están atravesadas por un determinado factor en común: por ejemplo, en una familia en la que ese elemento es la rebeldía y la lucha contra la injusticia puede haber un integrante que combatió en la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, otro que adhirió a los movimientos estudiantiles de los años sesenta y otro que, en la actualidad, defiende causas ecologistas.
Otro caso a analizar tiene que ver con los problemas de salud que se repiten. La medicina se encarga de investigar los antecedentes fisiológicos familiares reales (diabetes, cáncer, cardiopatías, etcétera). La psicología, por su parte, presta atención a las repercusiones emocionales que esa información produce dentro del grupo. Por ejemplo, en una familia que tuvo varios integrantes afectados de cáncer, si se transmite la creencia de que todos son víctimas potenciales del cáncer se genera un sentimiento persecutorio, debilitante y nocivo que hay que combatir. La terapia es el ámbito en el que se pueden “desarmar” estos esquemas mentales. Es importante situarnos en el lugar de la salud, para romper con esa supuesta estadística familiar.
De la misma manera, la repetición de afecciones psicológicas es un tema importante para abordar en terapia. Por ejemplo, en una familia en la que varios integrantes presentaron depresiones puede surgir el temor implícito de que esa depresión reaparezca en actuales o futuras generaciones. ¿Cómo se aborda esta problemática? Investigando los orígenes de aquellas depresiones y encontrando las diferencias entre las situaciones anteriores y las actuales. El contexto de la depresión de un abuelo no necesariamente es el mismo que el de su nieto, con lo cual las causas son distintas: no es que el nieto “heredó” la depresión.
Los nombres son otro aspecto a abordar. Por un lado, se estudian los significados: hay algunos que tienen un significado propio (por ejemplo, Esperanza, Soledad, Dolores). Otros tienen uno proveniente de otros idiomas (por ejemplo, Sofía significa “sabiduría” en griego). También es importante tener en cuenta la pronunciación, que puede remitir a significados diferentes en otros idiomas; o si se trata de un nombre que, en otro idioma, se utiliza para personas del género opuesto (por ejemplo, en español Andrea es nombre de mujer, pero en Italia es de varón). La combinación del nombre y el apellido también puede ser fuente de conflicto si suena de una manera que es motivo de burla. Los nombres que se asocian a personalidades del mundo de la política también son un motivo a analizar; por ejemplo, en Argentina, el nombre Eva tiene connotaciones importantes. A veces se elige bautizar a alguien con el nombre de algún ancestro que ha sido “borrado” del árbol genealógico, como una reivindicación. El nombre puede servir, así, para reparar alguna vieja herida. Otras veces se elige para un hijo el nombre de un antiguo amor, como para tener a esa persona cerca, aunque ya no lo esté. Por un motivo similar, a veces algunos padres deciden repetir el nombre de un hijo fallecido, lo cual no es recomendable porque convierte al hijo vivo en un “hijo de reemplazo”. Desde la psicogenealogía se estudia qué consecuencias acarrea en la vida de la persona el nombre que sus padres le pusieron, y el motivo por el cual lo eligieron.
Es frecuente y hasta aconsejable que en las familias haya un integrante que asuma la función de narrar y preservar la historia familiar. Con ese objetivo se ocupará de rescatar fotos, documentos, relatos, para evitar que pasen al olvido. La terapia orientada a la psicogenealogía contribuye a recuperar, organizar y darle sentido a todo ese acervo para que se transmita a las siguientes generaciones de una manera saludable.