Cuando pensamos tres deseos antes de soplar las velitas de nuestra torta de cumpleaños, surgen tantos que debemos elegirlos estableciendo prioridades. Siempre imaginamos lo felices que seremos cuando se cumplan: esto es quizás lo más fácil de pensar, y está muy bien que lo hagamos. Sin embargo, no siempre tomamos en cuenta la contracara de aquello que deseamos.
Si queremos tener éxito, por ejemplo, debemos prever que perderemos nuestra privacidad, que algunas personas se nos acercarán por conveniencia y que tendremos aduladores que nos elogiarán con hipocresía. En los ámbitos laborales, debemos estar dispuestos a aceptar sus reglas de juego: si deseamos ingresar al área diplomática porque amamos viajar y conocer diferentes culturas, deberemos adaptarnos al desarraigo crónico, especialmente a la hora de criar a nuestros hijos, cuya escolaridad se desarrollará en una vida nómade.
Al plasmar nuestros deseos, entonces, estamos eligiendo también el tipo de dificultades a superar. Si las aceptamos, asumiendo todo el conjunto de implicancias y consecuencias que se nos presentarán en el camino, nos evitaremos varias decepciones futuras.
Hay factores que dependen de nosotros para que el deseo se concrete y otros que no. Nuestra tarea es ordenar nuestro esfuerzo y nuestras acciones para que sean coherentes con aquello que deseamos, y no simplemente quedarnos esperando pasivamente: se trata de una espera activa. Y si el deseo no se cumple a pesar de nuestros intentos, al menos nos quedará la tranquilidad de saber que hicimos todo lo que pudimos y nos evitaremos autorreproches.
A veces lo que deseamos no es lo mejor para nosotros. Por eso también es bueno imaginarse de antemano cómo cambiaría nuestro estilo de vida con ese deseo cumplido: tal vez descubramos que no estamos en condiciones de sostener eso que añoramos, o que podría hacernos daño.
Por otro lado también debemos saber que en el camino siempre aparecerán sucesos inimaginables y sorpresivos que nada tienen que ver con la esencia misma de nuestro deseo. La idea es estar preparados para incorporarlos como parte de nuestra experiencia, para que no nos debiliten en nuestra voluntad de continuar.
Anverso y reverso: si podemos visualizar la faz negativa de aquello que deseamos, podremos disfrutar mucho más de su faz positiva, y así haremos una buena elección.