Generalmente nuestra mirada está puesta en aquello que no tenemos. Por eso, nuestros esfuerzos se dirigen hacia lo que queremos conquistar. Con interrupciones, dificultades, marchas y contramarchas, siempre nos focalizamos en todo lo que nos falta.
Esta primera mirada está dirigida hacia el futuro. Pero también existe una mirada hacia el pasado: nos lamentamos por aquello que perdimos y surge el dolor, el resentimiento, la sensación de injusticia e impotencia. Estos sentimientos se incrementan cuando aparece la culpa por tener responsabilidad en relación a esa pérdida.
En medio de estas dos fuerzas está nuestra realidad actual, con todo aquello que sí tenemos pero que, muchas veces, pasamos por alto. Tanto para empoderarnos hacia lo que estamos dispuestos a conseguir como para recuperarnos de las pérdidas que sufrimos (sean transitorias o definitivas) es muy importante anclarnos en todas las cosas buenas que sí nos rodean. Para esto es saludable hacer una lista, tanto escrita como mental, en la que enumeremos todos los factores positivos propios y de nuestro entorno.
Veamos los casos en los que descuidamos lo que tenemos: un ejemplo podría ser el de una persona que, al obtener un ansiado trabajo, deja de lado a su familia. En este caso, el lema sería “porque gano, pierdo”. Otra situación es la de un estudiante aplicado que reprueba un examen, se desanima y se esfuerza menos en las demás materias, lo cual le trae como consecuencia que todas sus calificaciones bajan. El lema sería “porque pierdo, sigo perdiendo”. Aquí es importante actuar para detener a tiempo un posible “efecto dominó”, impidiendo que se produzca una seguidilla de pérdidas. Una tercera opción sería desvalorizar algo desde el mismo momento de obtenerlo, por el solo hecho de haberlo conquistado: por ejemplo, un escritor que logra publicar su primer libro y considera que su logro no vale porque “cualquiera puede publicar”. Estamos ante un caso de baja autoestima, que se podría expresar con el lema “lo que gané no vale, porque lo gané yo” o “una vez que lo tengo, ya no me interesa más”. Por último, un cuarto caso sería el de quien logra algo pero lo compara con algo mayor que aún no alcanzó; por ejemplo, un actor gana un Martín Fierro y dice “bueno, pero no es un Oscar”. En este caso, el lema sería: “lo que gané no vale, porque hay algo mejor.”
Vemos cómo, en todas estas situaciones, la actitud es autoboicotearse y relativizar los logros. La terapia nos ayuda a corregir estos pensamientos descalificantes y evitar las actitudes nocivas para poder disfrutar y valorar lo obtenido.
Lo importante es apoyarse sobre el terreno firme de lo ya conseguido y no dejarse caer en el pantano de lo perdido o lo no conquistado. Se trata de sostener lo conquistado echando raíces, cuidando y potenciando los logros. Aunque sea una metáfora trillada, la idea es “seguir regando la plantita”, para que crezca y se fortalezca.