¿Alguna vez sentiste la necesidad de controlar excesivamente a tu pareja?
¿Sentís que tu pareja ejerce una vigilancia desmedida sobre tus actos?
¿Sentís que los celos te carcomen y no podés pensar en otra cosa o hacer otra actividad?
En un sentido amplio, los celos aparecen en muchos ámbitos, no solo en las parejas: puede haber celos entre amigos, hermanos, colegas, compañeros de estudios, etcétera. No es lo mismo que la envidia: al envidiar queremos ser como el otro. En los celos, lo que se desea es “tener” al otro: tener su amor, su atención, su respeto, su deseo.
Si bien hay personas más celosas que otras, el tema de los celos siempre forma parte de la vida de una pareja. En este texto nos referiremos específicamente a este tipo de celos.
Ante el auge de las redes sociales, los motivos de celos se han multiplicado. La vida personal queda más expuesta y es más fácil enterarse de lo que hace el otro o con quiénes se comunica (y, así también, de lo que no hace o con quiénes no se comunica). Ya no hace falta que lo imaginemos: lo vemos y escuchamos. Es por eso que hoy en día los problemas relacionados con los celos son más frecuentes y más difíciles de resolver. Actualmente se habla de “stalkear” a alguien en las redes: significa revisar con excesiva frecuencia las publicaciones e interacciones que una persona realiza, para obtener información sobre sus actividades o relaciones. Es importante aclarar que no todo “stalkeo” es producto de los celos. Sin embargo, sí podemos decir que generalmente los celos desmedidos llevan a “stalkear” continuamente a la pareja. Y en los casos en los que la persona “stalkeada” bloquea a la celosa, esta se las ingenia para crear nuevas cuentas con nombres falsos o pedirle a conocidos que sigan a su pareja (o a su ex) para así continuar averiguando cosas. Vemos así que la celotipia puede deteriorar o destruir cualquier tipo de vínculo.
El comportamiento de alguien que padece celos enfermizos se parece mucho al de un obsesivo: la persona está sumida en una constante vacilación. Su vida está al servicio de comprobar constantemente si sus sospechas son fundadas o no. Y si comprueba que no, esto no le alcanza y vuelve a dudar: siente que debe seguir controlando, porque hay algo oculto que aún no se reveló. En ese sentido, también se parece al paranoico, que piensa que todo conspira en su contra, ve enemigos en todos lados y siente que tiene que estar alerta para no ser tomado por tonto. Son personas capaces de revisarle el auto o el celular a su pareja, de contratar a un detective, de exigir constantes llamados o mensajes para verificar dónde está. Piden explicaciones sobre cada movimiento, exigen horarios a cumplir y se alteran al menor retraso, revisan los gastos de las tarjetas de crédito. Llegan incluso a utilizar a sus propios hijos o amigos para conseguir información. A veces también aíslan a su pareja a nivel social y familiar. Hacen inferencias y llegan a conclusiones dignas de Sherlock Holmes. En esta actividad obsesiva, terminan descuidando sus otros roles, por ejemplo el de padre o madre.
Todas estas conductas, muchas veces, ni siquiera tienen que ver con la necesidad de recuperar el amor de la pareja, sino con competir con “la otra” o “el otro” y ganarle, incluso aunque no exista.
Estos celos desmedidos suelen estar al servicio de escapar de cosas importantes que el celoso no quiere encarar. Una de ellas puede ser un proyecto personal. También puede estar evitando evaluar qué aporte está haciendo a la pareja y qué parte de responsabilidad tiene en el deterioro del vínculo. Le resulta más cómodo dedicar todo su tiempo a vigilar al otro y culparlo, que preguntarse qué puede hacer para que la pareja mejore. Vive imaginando lo que su pareja hace o podría hacer con otra persona, y se coloca en un lugar de espectador, voyeur o tercero excluido en vez de ser el coprotagonista de la relación.
Lo paradójico es que, aunque sufra intensamente, cuando se le plantea al celoso la posibilidad de la separación, no puede: no logra imaginarse fuera de ese vínculo, ni siquiera si llegaran a confirmarse sus sospechas.
¿Cómo se trabajan estos casos en terapia? Se busca que la persona salga del monotema de los celos, pueda enfocarse en otras actividades y ejerza los roles que ha descuidado. Se apunta a disolver la actitud de voyeur o detective y que la persona concentre su energía en fortalecer su autoestima. Y si la pareja realmente no le ofrece la fidelidad que necesita o reclama, que pueda ser capaz de cortar el vínculo y salir de ese círculo vicioso donde lo fundamental es el control y no el amor.