Por el 8 de marzo, quisiera focalizar un punto muy especial de la femineidad. Tiempo atrás, nos criaban para que compitiéramos entre nosotras. La intención era que rivalizáramos en el ámbito académico y laboral, o por el amor de un hombre; que nos disputáramos los privilegios de la belleza, la juventud, el éxito. El mandato de enfrentarnos (entre amigas, colegas, hermanas, madres e hijas) provenía tanto de varones como de mujeres machistas. Ese frente de batalla resultó ser ficticio.
Hoy, muchas de nosotras disfrutamos de ayudarnos mutuamente. Como mujer, descubrí que es un placer impulsar a otras a que cumplan sus deseos.

