Suelo hacer paseos por la costa del río, donde hay una gran variedad de árboles. Entre todos ellos, hay uno que siempre me llama la atención y me parece milagroso, porque no entiendo cómo sobrevive. De lejos, se ve como todos los demás: un tronco grueso que se va afinando y termina en una copa frondosa con muchas ramas. Pero si nos acercamos, descubrimos que ese tronco está completamente hueco en su parte más ancha: es pura corteza. Encima, esa corteza tiene dos agujeros: uno grande, que es como si partiera el tronco en dos, y otro más pequeño, a través del cual se puede ver. Está expuesto a los fuertes vientos que vienen del río, porque además no tiene otros árboles cerca: está solo. Sin embargo, resiste. Es un misterio para mí cómo un árbol tan alto y frondoso se sostiene sobre un tronco tan endeble.
Me quedé pensando en que podemos comparar este árbol con la vida de una persona. Verlo sobrevivir en estas condiciones tan adversas me parece una metáfora muy acertada de la resiliencia: no importa qué dolores o traumas nos atraviesen, siempre podemos resignificarlos. Es posible haber vivido una infancia o una juventud difícil y, a pesar de ello, llegar a ser un adulto productivo, solidario y empático. En el árbol no podemos ver rastros del motivo por el cual ahora está así: me he preguntado si alguien hizo una fogata al pie, o si lo cortó con un hacha. No sabemos qué le ocurrió; lo único que vemos es lo que el árbol hizo con lo que le sucedió.
Podemos trasladar esta metáfora, también, al vínculo entre dos personas (por ejemplo, un padre con su hijo): puede haber sido conflictivo en sus comienzos, pero, con el tiempo, florecer y fructificar. La copa del árbol no delata el dolor sufrido en el tronco: por sobre el agujero, las ramas crecen como si no existiera. De la misma manera, en el presente de un vínculo no tiene por qué replicarse el dolor del pasado.
En tiempos tan duros como los que estamos viviendo (pandemia, guerra), esta imagen del árbol resulta inspiradora: por sobre las dificultades del presente, siempre podemos abrigar esperanzas de un futuro mejor.