INVESTIGAR NUESTRO ÁRBOL GENEALÓGICO
Cuando se habla de un árbol genealógico, solemos pensarlo como un diagrama en el que figuran los nombres de nuestros ancestros, con sus fechas de nacimiento y de muerte. Lo percibimos como algo terminado, inmodificable y separado de nuestra realidad cotidiana. Tal vez pueda aportarnos algún dato interesante, como por ejemplo que algún pariente emigró desde un país lejano, pero no se nos ocurre relacionar esos datos con nuestra actualidad.
Sin embargo, la psicogenealogía (que es una disciplina reciente de la psicología) toma al árbol genealógico como objeto de estudio para darle una utilidad práctica en nuestra vida presente. Con una mirada humanizada, se van resignificando aspectos de cada ancestro, de sus vínculos y de los sucesos mundiales que atravesaron su vida. De este modo, el árbol adquiere múltiples dimensiones de análisis.
Así como heredamos de nuestros ancestros propiedades o deudas económicas, hoy sabemos que cada generación hereda los logros y también las deudas emocionales de las anteriores. Por ejemplo, en países como Argentina, que tuvo un gran aporte inmigratorio, la obtención de un título universitario ha sido un objetivo que condicionó a varias generaciones de familias.
Pero además, existen mandatos o deudas que se transmiten de manera más oculta o solapada. Una editora, tras investigar a sus ancestros, puede descubrir que su bisabuelo trabajó hace muchos años en una imprenta de libros. Esta repetición de oficios afines, en dos generaciones distantes entre sí, implica también un tipo de “herencia”, aunque nadie haya condicionado explícitamente la elección de la editora. Otro ejemplo: una adolescente puede experimentar una sensación irracional de peligro cada vez que escucha a un avión que vuela bajo, como si estuviera por caer una bomba. La joven sabe que su abuela vivió la Segunda Guerra Mundial, pero nunca conversaron al respecto porque para la abuela era un tema muy traumático. Sin embargo, algo de sus vivencias resurge en la nieta, en forma involuntaria.
Un aspecto importante para investigar en el árbol familiar es la relación entre las fechas: la concidencia entre determinados sucesos dentro de la familia (nacimientos, muertes, divorcios, etcétera) o sus aniversarios. También se estudia la relación entre los acontecimientos familiares y aquellos de nivel nacional o internacional. Por ejemplo, la proximidad del aniversario de la muerte de un ser querido suele ponernos vulnerables y nostálgicos, al punto de que sentimos una tristeza inexplicable hasta que miramos el calendario y nos damos cuenta de la fecha.
Otros temas importantes que aborda la psicogenealogía son la repetición de nombres o sucesos y los hechos silenciados (o no tramitados), que suelen reaparecer en generaciones posteriores, como dándole a la familia la oportunidad de sanar en ese aspecto. También se estudia la existencia de “ovejas negras”, que delatan problemáticas que atraviesan a toda la familia; en algunos casos su presencia en la familia es bienvenida, pues contribuyen a su evolución, y en otros casos pueden constituir ejemplos exactos de lo que no se debe hacer.
La terapia es un ámbito propicio para estas exploraciones; también es muy útil que nosotros escribamos nuestra autobiografía, en la que incluiremos la historia de nuestros ancestros. Tarde o temprano, encontraremos relaciones insospechadas entre nuestras vivencias y las del resto de la familia, que resultarán reveladoras y enriquecedoras para nuestro crecimiento personal.